- Al comenzar en un gimnasio, nos sentimos excelente. Nos ponemos una meta y vamos 4 días la primera semana. La segunda semana te das cuenta de que 4 días es como mucho y que tienes otras obligaciones como hacer el mercado o preparar comida, así que reduces las sesiones a 3 días por semana. Luego, se te olvida ir un día y te dices "bueno, como falté hoy vuelvo mejor el lunes" ¿Y el lunes? Te invitaron al cine, sales tarde de la oficina, te agarró cola y listo. Te acuerdas del gimnasio eventualmente cuando, limpiando la cartera, te encuentras con el carnet.
- César González estaría orgulloso de toda esa gente que va al gimnasio y no hace ejercicio sino que se pone a socializar. Estas son mujeres que van al gimnasio maquilladas como si fueran a una discoteca y hombres que hacen un set de bíceps por cada 15 minutos de conversación con los instructores o las mujeres maquilladas.
- Cuando te vas a meter, todos los instructores y la gente que trabaja en el gimnasio son panísimas. "¿Qué quieres hacer? ¿Rebajar unos kilos? ¿Aumentar masa muscular? ¿Tonificar? Claro que sí... ¡yo te ayudo!"... ¿Yo te ayudo? ¡Yo te aviso! En lo que se dan cuenta de que estás pelando bola (igual que ellos) y que no les vas a pagar el equivalente al 35% del Producto Interno Bruto de Mali por hora para que sean tu entrenador personal, cuando les pasas por al lado y les dices "Hola", te escupen un ojo y te patean. Luego le dicen al idiota musculoso con el que llevan 20 minutos hablando que te patéen y así hacen piernas.
- (No sé si es en todos, pero al menos en el gimnasio al que voy aquí) los espejos están doblados para hacerte ver más flaco. Esto tiene doble propósito maquiavélico: 1) estimular a las gorditas, que sienten que están perdiendo peso, 2) estimular a los papeados, que sienten que tienen que trabajar más en los tríceps.
- La gente termina de hacer un set de ejercicios y se mira en el espejo. Luego, se comienza a meter mano como pensando "upa, ¿y todo esto es mío?". Lo más cómico de esto es que son usualmente los hombres los que se miran.
- Los grupos de amigos que van a hacer pesas juntos. Esto da pie a miles de posturas y actitudes incremental e innegablemente homosexuales. Mientras uno se acuesta en el banco, otro se le pone por atrás para ayudarlo y le acerca la entrepierna al otro para llegarle a la pesa. Luego el que está acostado se pone a gritar y gemir de dolor, esforzándose por levantar los 90 kilos que se puso en cada lado (de los cuales seguramente el amigo cargará unos 30) mientras el que lo ayuda contempla cómo se le marcan los músculos. ¡Coooooño! ¡Hasta Stayfree y Eddie P conocen sus limitaciones!
¿La película? Cónan el Bárbaro jajaja. Sí, yo sé... ¡Es demasiado!
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