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viernes, marzo 20, 2009

martes, marzo 17, 2009

Te extraño, Samán

Imagen tomada de samandeguere.com

Siempre quise hacer este chiste pero nunca supe cómo hacerlo, hasta que hoy, en la oficina, en un momento de brillo mental vi la solución:

¿Cómo se conoce al Samán de Güere
después de que se cayó?


Respuesta: el Samán de... Where?

**Redoble de batería**

miércoles, marzo 04, 2009

No eres tú, soy yo


El primer día tomé lecciones, otra vez. Poco más de un año había pasado desde la última vez que me puse unos esquís y me enfilé colina abajo en Collingwood. El día anterior había llovido mucho y aparentemente había mucho hielo en la montaña, así que decidí quedarme practicando en la colina pequeña ese día. Todo bajo control.

Sugerí ir al día siguiente de nuevo, pero a otra montaña que tenía unos caminos con menos pendiente. Practiqué un poco y confianzudo subí a las colinas para principiantes. Me vi agarrando pericia, controlando los esquís, manteniendo el equilibrio, trabajando en mi ritmo. Todo bajo control.

Con lo que no contaba es que esta colina de principiantes no llegaba abajo, sino a un lado de la montaña donde no había otra vía más que otra vez para arriba, al comienzo de la colina de principiantes y otras un poco menos principiantes. Es decir, que para volver a la civilización había que bajar por una un poco más empinada.

Fue la confianza que tenía en el momento la que me hizo decidir que podía bajar sin temores. Y así fue. ¡Casi hasta abajo!... hasta que comencé a perder el control y detrás del control fue mi gallardía, y más atrás yo en mitad de la bajada recordando por qué el año pasado no me gustó esquiar. Sí, me caí... y con la caída dejé en la nieve la pizca de confianza y pericia que adquirí la hora anterior.

Del fin de semana lo que me quedó (además de un dolor sabroso en las batatas, un amor propio bastante mellado y una gran arrechera) fue tolerancia. No física o muscular, sino a la gente que sí le gusta esquiar.

Solía burlarme de quienes me decía cosas buenas del esquí. Solía llenarme la boca de improperios, culminando siempre con un tú lo que eres es un masoquista. Pero este fin de semana vi la luz. La burla soy yo, porque aparentemente el resto del planeta esquía y le dan ganas de volver a esquiar. Para mí esquiar es una cuestión de supervivencia, un cómo coño haré para bajar de esta puta montaña, una bofetada a la autoestima. Veo a la gente que planifica fines de semana esquiando con los mismos ojos con los que veo a la gente a la que le fascinó Slumdog Millionaire y les parece la película más arrecha del planeta. Sencillamente no entiendo.

Traté. Le dí un chance. Desde cero, sin rencores. Reconozco que lo hice mejor. Pero no fue suficiente para hacer que me gustara. Fui con la mejor disposición de que cambiar, de pasar la pena de decir, ahora sí me gusta esquiar después de toda la paja que hablé. Pero no. No, no y no.

La burla soy yo, esquiar es lo máximo y Slumdog Millionaire es la película más arrecha del planeta.