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martes, noviembre 16, 2010

El lado (no tan) glamuroso de la natación

Un nadador dándolo todo

Desde septiembre estoy en clases de natación, tres veces por semana. Como algunos podrán recordar, no soy muy fanático de los gimnasios y trato en lo posible de correr lo más rápido posible en la dirección contraria cuando veo uno: tengo miedo de que respirar ese aire viciado hará que me salgan tetas como a este individuo.

Un hombre cualquiera con tetas 
Un hombre cualquiera con tetas.

El común de la gente piensa que natación es Michael Phelps. Ponemos fin a uno de los grandes mitos: estar en clases de natación no quiere decir que te vas a poner buenote. Ni tú ni tus compañeros parecen sacados de un episodio de Baywatch. Al revés -y es una de las razones por las que continúo yendo- somos todos gente apaleada por la vida: hombres y mujeres de mediana edad que pudieran perfectamente ahogarse en cualquier momento.

Hoy por ejemplo, estaba viendo a un señor que nunca puede tener todo su cuerpo sumergido a la vez. Su barriga siempre está sobresaliendo del agua. Si no es su barriga es su calva. Una de las dos siempre está fuera. Blanca, pálida y mortecina más bien parece una nalga periscopio. O por ejemplo Pelusita. Una amiga mía dice que donde hay pelo hay alegría. Pues este tipo es César González en éxtasis, es María Teresa Chacín en esta foto de archivo.

Yo no sé cómo hace Michael Phelps para verse tan controlado, tan dueño de sus movimientos. A mí se me hace bastante difícil concentrarme en los míos porque básicamente, siempre voy nadando con un hilo largo de baba saliendo de mi boca. ¡No sé qué hacer para no babear tanto! Lo peor es que es esa baba pegajosa que no se puede tragar ni escupir, de esa que te queda cuando acabas de tomar Coca-Cola.

(Si alguien sabe qué debo hacer para dejar de babear todo cuanto me rodea, favor dejar comentarios al pie del post. Serán bien recibidos por mí y toda la comunidad nadadora del Colegio del Pilar).

Para que la clase fluya con naturalidad y comodidad, he notado que el ideal son 5-6 nadadores máximo por canal. Cuando la gente se emociona y viene toda a la misma hora, la clase se torna un poco carnicera. Sobre todo si es estilo mariposa, fijo que se arma la coñaza. Yo aprovecho la confusión para pegarle a las viejas que me caen mal y a sus 72 años me pasan como si estuvieran entrenando para Londres 2012 mientras yo me ahogo en mi propia saliva. Las odio. Así que trato de sacarles los lentes, hundirlas.

Mi instructora es sádica. La amo. La otra semana nadamos con franela para incrementar el peso y la resistencia. La semana siguiente fue con franela y pantalón largo. Es una lucha por la supervivencia. Además de que hay algo como pervertido y escandaloso en eso de nadar con ropa.

Eso sí. A Pelusita no lo hemos visto más.