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miércoles, enero 30, 2008

La fiesta del siglo


La celebración fue extenuante. Tanto, que tras nueve días de la publicación de "¡Post número 113!" es cuando puedo sentarme a escribir de nuevo en el blog.

Quienes estuvimos por más de 5 días en la Plaza Nathan Phillips sabemos que no fue nada fácil controlar a la muchedumbre que no paraba de celebrar y divertirse al ritmo de la música. Dimos una lección de civismo y clase a los transeúntes de la ciudad, que con cara de incredulidad veían cómo se desarrollaba la acción. Se sabe de algunos que al ver a la gente bailando al frenesí del Reggaetón Sex y exclamando al unísono "dime lo que tienes entre las pielnotas", lanzaron sus maletines al lago y se incorporaron a la cada vez más nutrida masa.

Litros y litros de Solera calmaron la sed de los acalorados presentes, sofocados como producto de la comunal danza desenfrenada que derritió la nieve e hizo llover. Puestos improvisados de reina pepeadas y cachapas se colocaron al margen de la concentración para proveer de alimento preciado a los presentes.

Comentarios en el post anterior confirman que el hecho efectivamente se repitió en Caracas y otras ciudades del mundo con igual éxito.

Gracias a todos por hacer de estos últimos días la celebración más grande después del triunfo del No. Desde esta misma silla, nos despedimos por los momentos y les informamos que nos reintegraremos en los próximos días a las labores bloguísticas... como Dios manda.

lunes, enero 21, 2008

¡Post número 113!


He notado que el post número 100 es casi siempre motivo de celebración en un blog, como el primer aniversario. En noviembre estaba pendiente de eso, pero se me olvidó con todo lo del viaje a Venezuela. Entonces, un poco frustrado por la cuestión pero con el ánimo de festejo intacto, he decidido celebrar con bombos y platillos ¡el post número 113!


Encienda sus cornetas y reproduzca el video para tener fondo musical.

De esta forma, "CuL!pe a Canadá" se pone a la vanguardia, atreviéndose a hacer lo que nadie ha hecho antes, rompiendo todos los convencionalismos.

Salimos a la calle a recoger las reacciones de la gente, que de forma enardecida dejó sus computadores y se agrupó en las principales plazas de las ciudades más importantes del mundo.

- Celebrar el 113. ¡Nunca se me habría ocurrido!
- En verdad "CuL!pe a Canadá" está a la vanguardia, atreviéndose a hacer lo que nadie ha hecho antes, rompiendo todos los convencionalismos.
- Luis!, no crezcas, no cambies jamás.
- Este blog tiene la originalidad de un frasquito de Tipex.
- Nos han hecho ver que no hay centésimo décimo tercero malo.
- Este tipo sí es pajúo... ¿quién me manda a volver a este blog de m$3&#@?
- ¡Or! ¡qui! ¡dea! ¡or! ¡qui! ¡dea! ¡or! ¡qui! ¡dea!

Para continuar con esta hemorragia de emociones, me voy a poner Adriana Azzi con este post y voy a compartir algunos datos numerológicos interesantísimos sobre el número mágico, el que está de moda, el que deja su ropa con fresco aroma primaveral, el que da la hora dos veces al día (la 1:13 de la mañana y la 1:13 de la noche), el que hace que la gente quiera dejar la computadora, salir a la calle y se agrupe en las plazas de las principales ciudades del mundo.

El ciento trece...
- Es el número precedido por el 112 y sucedido por el 114.
- En romano es CXIII, su binario es 10110001 y su hexadecimal es 71.
- La suma de sus dígitos es 5.
- Es el trigésimo número primo.
- Es el número atómico de un elemento llamado Ununtrio (Uut).
- Es el teléfono de emergencia en Italia y Noruega y el número de información de CANTV en Venezuela.
- En la bicha, es el artículo que prohíbe los monopolios.

Sin lugar a dudas, como el 113 no hay dos.

Y por cierto, el post número 100 resultó ser "Y aquél hojero...".

martes, enero 15, 2008

Encoherentes cureosedades

Para celebrar la llegada de mis maletas y alejarnos un poco del carácter vivencial que ha cobrado el blog en las últimas semanas, les presento unas

Encoherentes Cureosedades

Qué bárbaro Conan

En una galaxia lejana


"I said Hey! What's going on?"

****

Esta es la prueba de que había cierto fetiche con los posters de héroes blandiendo espadas (¡aaaaaaay!) a finales de los 70s/principios de los 80s.

Esto fue una cureosedad bastante encoherente... seguramente producto del shock post-viaje.

lunes, enero 14, 2008

Llegar a Toronto (tercera entrega de la serie "Venezuela encore une fois")


La ley de Murphy dice que si algo puede salir mal, saldrá mal. Esto viene directamente ligado al hecho de que hoy, tras una semana de haber llegado a Toronto, no sé dónde están mis interiores.

El viernes me dieron noticias de que mis maletas habían aparecido, estaban en Pearson e iban a ser enviadas a mi casa. Todo bien. Lo único con lo que no conté: que me llamarían en mitad de un almuerzo. El tipo no muy amablemente y dejando ver cierto venezolanismo, me dijo que iban a pasar por mi casa "en las siguientes dos horas". Yo, esperando mi comida, sentado en el restaurant, le pedí que las llevara "en dos horas" y el tipo quedó en llamarme de nuevo.

No ha llamado.

Ni hice mercado esperando la llamada, así que esta semana me sale dieta de arepa con diablitos y atún. Estoy básicamente en la misma condición en la que estaba tal día como hoy hace una semana... bueno, el baño está limpio. Lo limpié hoy. Eso es todo.

Esta semana aprendí una lección importante: no es sólo llegar lo que importa, sino llegar completo y sin dejar atrás asuntos pendientes... y que es bueno viajar con la ropa interior en el carry on.

jueves, enero 10, 2008

Salir de Caracas (segunda entrega de la serie "Venezuela encore une fois")

El avión despega, dejando a Manhattan sumido en neblina.

Podemos comenzar por resaltar el hecho de que llegué sin maletas a Canadá. El 5 de enero, en vía a Toronto, hice escala en Nueva York y no alcancé llegar al otro vuelo. El problema fue que las maletas no pasaron automáticamente al otro avión sino que tuvimos que esperarlas y re-chequearlas. Además de eso, había una correa transportadora dañada en JFK. Nos quedamos todos.

Salimos al día siguiente desde La Guardia y al llegar a Pearson en Toronto, llené un formulario reclamando la maleta y que esa me llegaba "en la tarde". Es importante preguntar la tarde de qué día porque ya han pasado 4 tardes y todavía sigo con cuatro pares de medias y tres interiores.

Por lo menos no tuve episodios con pañales mal dispuestos.

Que me digan lo que quieran, pero no me quería regresar. Este viaje fue muy intenso para mí, porque es la primera vez que paso tanto tiempo fuera de Venezuela. La experiencia me sirvió para atesorar las cosas que tengo allá y las que tengo aquí, y comenzar a pensar en qué es lo que quiero en mi vida.

Y muchos dirán "¡qué demonios tenemos en Venezuela que no puedas encontrar mejor afuera! ¡Esto es una pocilga donde no hay salida!" y yo les responderé:
  • Los heladeros: la emoción de escuchar el tilín tilín en la calle de tu casa y bajar corriendo gritando "¡heladero!" desaforado, poniéndote las cholas, para comprar ese heladito que va a apagar el calor por un ratico.
  • Centros de Comunicación: nadie recuerda lo incómodo que es hablar en un teléfono público, ahí de pie, con todo el mundo escuchando. Nada como la comodidad de hablar con el mundo, cómodamente sentado y sin tener que comprar tarjetas de teléfono. Las cabinitas son un producto para exportar.
  • Pirulín: sí, se consigue Harina PAN, se consigue Maltín Polar... pero la vida es miserable sin Pirulín. Punto.
  • Las panaderías: primero que nada, la nota máxima de ser reconocido como un ciudadano del mundo y ser felicitado con un Feliz Navidad, un Merry Christmas, un Boas Festas y un Buon Natale. Además, un cachito de jamón cobra dimensiones semi-divinas al tener un año sin comerlos. Si está acompañado de un cremoso medio litro de Riko Malt, probablemente amerite ir a cambiarse los interiores.
  • Las playas: la que sea, en compañía de gente querida y amigos.
  • Las películas subtituladas: hay que aceptar que pocas películas se entienden perfecto si no tienen subtítulos. Yo siempre que las veo en la casa se los pongo (en inglés para mejorar la gramática, pero se los pongo). Y eso que en un año he podido mejorar el oído lo suficiente como para poder entender casi todos los diálogos... hasta que viene y habla un tejano o la bicha fea esa de los Piratas del Caribe que habla como Escarlata.
Yo sé que Caracas es un caos, que la cosa está calmada por ahora, que este año va a ser Rudolph para muchos, pero no puedo negar que en esta oportunidad, llegar a Venezuela fue para mí como llegar a la sala de mi casa tras un día en el Centro.

sábado, enero 05, 2008

Llegar a Caracas (primera entrega de la serie "Venezuela encore une fois")


Ya hace poco más de dos semanas llegué a Caracas. Este ha sido un viaje muy importante para mí y ha estado lleno de todo un poco. Es increíble cómo el tiempo pasa volando cuando uno la está pasando bien. Igualmente, cómo ve uno las cosas tras tanto tiempo fuera. Supongo que eso será materia para otro post. Para ir por partes y cronológicamente, les relato mi particular odisea para llegar a Caracas hace dos semanas.

Cuando veníamos, estuvimos esperando dos horas y media para abordar en avión en Miami porque según el capitán de la aeronave "la cabina estaba muy caliente". La gente se quedó impávida, algunos con cara de "qué habrán estado haciendo los pasajeros anteriores en ese avión" Mi hipótesis es que cuando te dan una explicación tan incoherente, uno no sabe qué responder y quedas completamente desarmado. ¿Quién puede contra ese argumento?

Finalmente abordamos el avión y ya todo estaba aparentemente listo para el despegue cuando noté que varios técnicos de mantenimiento del avión iban y venían a uno de los baños cerca de mi asiento. Tras 20 minutos de espera en la cabina caliente, nos pidieron amablemente por el parlante que no arrojáramos pañales al baño porque se tapan las pocetas y se dañan y pueden causar filtraciones que podían causar la caída del avión. Sólo puedo añadir que yo no fui.

Como decía, es increíble la sensación de estar de nuevo en Caracas tras un año de ausencia. Uno se acostumbra a su nueva realidad en su nuevo país y volver a estar en la plaza Altamira esperando un Metrobús te hace sentir que todo es mentira, de que uno nunca se ha ido y de que todo ha sido un sueño del cual uno despierta cuando un pendejo se queda atravesado en un semáforo trancando el paso del otro canal y entre cornetas se escucha un ¡ñoetumaaaadre! perdiendo volumen.

Veo la ciudad más o menos igual, con una cantidad ingente de propaganda política, resaltada por un recurrente poster blanco con letras rojas que rezan "Por ahora". Sin embargo, a pesar de la amenaza, veo a la gente poco tensa y a la ciudad fluyendo apaciblemente (claro, hay que considerar que muchísima gente está de viaje y la ciudad se conveirte en una versión light de lo que realmente es).

Ya mañana me voy y honestamente despedirme no quisiera. Cuando me fui el 18 de diciembre de 2006, me fui muy molesto y con la sensación de que no iba a querer volver nunca más. Durante estas dos semanas, hice las paces con Venezuela.