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lunes, marzo 19, 2012

Episodio III: Sobre la atención al cliente

Por favor, solo dame mi vodka y mis pastillas.

EPISODIO III: Sobre la atención al cliente. Fin de la saga.

El concepto de atención al cliente, lejos de estar asociado a un servicio, se percibe más como un favor que te están haciendo y que debes recibir agradecido. Después de todo, a nadie le pagan por ofrecerte un servicio... ¿cierto?

La primera vez que me percaté de esto durante el viaje fue en Lechería. Estuve de visita en el pueblo visitando a mi hermana y nos quedamos en un hotel —larga historia— que incluía desayuno, servido de 7:30 a 11:30 a.m.

[En Venezuela la gente está acostumbrada a madrugar. Por ejemplo, mi padre me dice que le llame a las 4 a.m. durante la semana, que a esa hora le viene bien para hablar porque se está levantando (¿?) Igual la gente en el hotel. Si bien no querían que les llamara a las 4 a.m. que alguien me explique cómo es que alguien, estando de viaje, se levanta a desayunar a las 7:30 a.m. Eso no puede ser bueno para la salud. Y no son cuatro pelagatos, ¡es todo el p—to hotel! ¿Qué hacen despiertos a esa hora? Seguro que es porque comida es gratis.]

Sentados en la mesa, mi hermano y yo ojeamos el menú. Nos llama la atención que sirven omelettes y tortillas francesas como ítems separados a lo que nos hacemos la lógica pregunta "¿cuál será la diferencia?" por lo que nos decidimos pedir uno cada uno. Viene la mesera y le decimos la orden.

—Buenos días, mi hermano va a querer una tortilla francesa y yo un omelette.

Se nos queda mirando con cara de actitud pensando "estos dos sí son pendejos" y dejando entrever una pequeña sonrisa de burla dice

—Ajá, pero es que eso es casi lo mismo.
—Si son casi lo mismo, no son iguales, ¿en qué se diferencian?

Ahora con actitud de que está en un programa de cámara escondida, como si de su boca fueran a salir las palabras que describen el hecho más obvio de la vida.

—En que la tortilla francesa es redonda y el omelette tiene forma de media luna. Ah, y una tiene jamón.
—Ah perfecto. En ese caso mi hermano va a querer una tortilla francesa y yo un omelette.

Idiota.

Luego en Uchire, nos paramos a echar gasolina. Para aguantar el resto del viaje, decido comprar chucherías en la tiendita de la gasolinera. Típica tienda de carretera, tiene un mostrador de vidrio con todos los productos que uno tiene que solicitar a un dependiente. Ávido tomo mi decisión sobre qué comprar y, haciendo contacto visual con una chica al otro lado le digo

—Disculpa, ¿me puedes dar dos Susy, dos Samba de fresa y un litro de agua?
—Mi cielo, tienes que comprar un ticket en la caja antes.

Hasta aquí todo bien. La cosa fue cuando remató con tono de superioridad:

—O sea, todo eso que me dijiste a mí, dilo en la caja y me traes el ticket después, mi vida.

Ya de salida en Maiquetía, esperaba para hacer el check-in en Alitalia. Un agente de la Oficina Nacional Antidrogas interrogaba a toda la fila. Cuando tocó mi turno, se detuvo delante de mí y con ojos fijos comenzó el interrogatorio.

Si de por sí uno no confía en Guardia Nacional ni cuerpo de seguridad en Venezuela, contesté todas las preguntas que me hizo de inmediato. El problema fue cuando me negué a responderle cuánto ganaba en España.

—En ese caso, voy a tener que verme obligado a revisarte todo el equipaje. Pieza por pieza. Prenda por prenda.

Aquí en pleno momentazo con La Ley. Gracias especiales a Natalia y Verónica, ambas muy fanss del blog, que mientras me revisaban la vida tomaban fotos y reían cantando y bailando "En tus tierras bailaré"

Eso sí fue un servicio dedicado. Una atención incomparable. Un ahínco por buscar la más mínima posibilidad de joderme. Todo esto mientras Lileana revoloteaba a mi lado y se reía diciendo "Espero que no te encuentren las drogas jojojojo aunque más bien parece que hubieras venido a hacer el mercado."

Productos venezolanos disponibles en mi equipaje para el momento de la revisión de La Ley. Sí, quizá me excedí un poco en en shopping de víveres venezolanos...

martes, febrero 07, 2012

Episodio II: Sobre las entidades bancarias

Tan devaluada colorida nuestra moneda nacional.

EPISODIO II: Sobre las entidades bancarias

Para nadie es secreto que Venezuela es la Meca del BlackBerry. Terminales de mora se pueden encontrar en todos los niveles socio-económicos, como si fuera parte de la canasta básica del venezolano. Y lo es. No tener BlackBerry es estar condenado a una vida execrada de la sociedad, al no poder contestar la gran pregunta que establece los lazos comunicacionales más básicos: ¿cuál es tu PIN?

Poca es la gente que logra despegarse. Es demasiado difícil, es irresistible revisar si alguien te escribió en los últimos 20 segundos. Toda actividad pasa a un segundo plano cuando el cuento se pone particularmente interesante, incluso el cliente en la taquilla del banco que espera que le hagas el depósito e insiste con pulsante ira.

"En esta planilla me escribes tu nombre, apellido, cédula, la fecha de hoy..."

Hasta aquí todo bien.

"...la hora..."

Sí. La hora. Un dato a rellenar en un formulario es la hora. ¿Para qué? No sé. En ese momento, la duda se dibujó en mi rostro como seguramente en el tuyo.

"...y tu firma."

Usualmente tengo dos firmas: la corta y la larga. El uso de cada una dependerá del grado de protección que necesite en cada caso. Por lo general la corta basta.

"Esta no es la firma con la que APERTURASTE la cuenta"

Aperturar es un verbo estrictamente venezolano, utilizado para darle un aire más refinado al banal hecho de abrir una cuenta bancaria. Este síndrome de engalanar el discurso llega a niveles insospechados, especialmente cuando vas a salir en televisión.

No es raro ver al detective X de la PTJ (ya sé que es CICPC, pero yo me resisto a cambiarle el nombre: yo soy un tipo Indecu, no Idepabis) describir lo sucedido: "Resulta ser que se está investigando la presunta participación de un individuo identificado como Yonconor 'El Chucho' Maldonado quien a la hora del suceso no contaba con la permisología en regla de su arma de fuego cuando aproximadamente a las 3 de la madrugada hora local se sucedieron los hechos violentos. Se sabe que el presunto asesino abrió fuego contra los vecinos del sector especialmente contra el ciudadano Jonal Pérez alias "El Bicho." Recordó que los ahora occisos fueron interceptados por varios sujetos armados, quienes les efectuaron los tiros para despojarlos de la moto."

domingo, enero 15, 2012

Episodio I: Sobre el concepto de abuso

En un esfuerzo sin precedentes por volver a darle vida al blog, he decidido compartir con el mundo una serie de episodios cortos, recientemente vividos durante mi furtivo paso por la tierra que me vio nacer: Venezuela.
En todos ellos destaca al menos una característica de lo que es la sociedad venezolana hoy y se pone en evidencia lo mejor o lo peor de su idiosincracia. Queda de parte del lector decidir.


Lugar aproximado donde el camión de basura estaba en mitad de la calle.


EPISODIO I:  Sobre el concepto de abuso

Hay dos formas de llegar a Alto Prado desde La Trinidad: atravesando Baruta y subiendo por Manzanares, o tomando la Autopista del Este y subiendo por Prados del Este. La primera es la ruta más rápida, a menos que...

Serpenteando por las calles de Baruta, nos dirigimos Maurizio y yo hacia Alto Prado, a casa de la Marge. Es la mañana del 25 de diciembre, por lo que las calles se dejan ver notablemente desprovistas de gente. Tras dos años y medio sin visitar Caracas, reconozco pocos cambios en los edificios y las aceras que solía ver a diario hace no tanto tiempo. Es la magia de reencontrarse con una parte dormida de los recuerdos.

Vamos ahora por la calle La Industria y giramos a la izquierda en el Paseo Guaicaipuro, un camino bastante estrecho de una vía. Es entonces cuando nos topamos con un camión de basura, estacionado en medio de la calle, recogiendo los desperdicios del vertedero del barrio. Dos hombres, charlan distendidamente en la acera, observando a los empleados de la Alcaldía trabajar.

Maurizio, al percatarse de la operación, decide bajar el vidrio del carro y preguntar:
- Amigo, ¿les falta mucho para abrir el paso?
- Bueno panita, llevamos aquí una media hora y nos falta como media hora más.

La interrogante en nuestras cabezas es la misma: si van a cerrar el paso de la vía durante una hora, ¿por qué no colocar un anuncio en la entrada de la calle para que la gente no se meta y tome una vía alternativa?

Maurizio inicia la marcha atrás, sorprendido por una fila de carros que ahora se detenían detrás de nosotros y, ante la intrincada nueva situación que nos aqueja, deja escapar la pregunta mientras hace señas de que va a retroceder.

- ¿Y por qué no colocan algo en la entrada de la calle para que la gente no se meta?
- ¡No, no! Es que si no es un abuso...