A pesar de la religiosidad de la sociedad española en general, me pareció bastante curioso y peculiar que no conocieran cómo murió San Lucas.
Salió a relucir el tema hoy en la oficina, mientras Mónica discutía con Beta (ambas venezolanas) algo relacionado con diferentes formas de morir. Mi voz, potente como un trueno transformista -es importante en este punto aclarar que, a pesar de haber hecho carrera como narrador en The History Channel y A&E Mundo para Latinoamérica, siempre me ha parecido que tengo una voz bastante afeminada- rompió el silencio con un estruendoso "es mejor morir como San Lucas".
Los tres venecos riendo sin parar, sonrojados como cuando teníamos seis años y escuchamos a alguien decir teta. Los españoles interpelándonos con miradas sombrías, extrañadas, dubitativas.
Comenzamos a explicar la trágica pero irresistible versión venezolana de la muerte de San Lucas, haciendo especial énfasis en cómo Lucas rimaba con la palabra de la C. Un momento después, los colegas españoles al unísono replicaron "es que cuca no significa eso aquí". De hecho, saciando mi curiosidad en el diccionario acabo de sorprenderme al descubrir la acepción nicaragüense de la palabra cuca.
No estuvo tan mal haber perdido el efecto desternillante que el comentario tuvo en nosotros por culpa de la diferencia de significados que ambas naciones -cosa que también deja por fuera todos los chistes donde se intercambia cuca por catalina, tan comunes a nuestra idiosincrasia- le dan a la misma palabra. La cosa se pone peliaguda -y que conste que no he dicho pelúa para no sonar suspicaz, dada la continua mención de la palabra cuca en este post- cuando en la mesa se hace un silencio incómodo durante una merienda, por causa de un inocente Luis que pregona que, después de todo ese pan con mantequilla y Nutella que se acaba de comer, le va a salir tremenda pepa en la cara.
En este punto, a más de uno le parecerá que he sido ligeramente proclive a sobreutilizar la palabra cuca en este post. Y es verdad. Ahora es cuando me doy cuenta de que cuca ha aparecido seis veces desde que comencé el post sin contribuir realmente a un fin didáctico, sin ser realmente necesario. Ahora mismo caigo en cuenta del intoxicante poder del que tomo posesión pública en este instante.
De estar en Venezuela, este post sería impúdico, transgresor, pornográfico, injurioso. Generaría cuchicheo en las altas esferas sociales, de las que sería expulsado sin derecho a apelación. Mi foto carnet desaparecería de la cartelera del club social. Es posible que me señalaran en la calle al pasar, con ese dedo acusador que sólo puede sentenciar a quien no se ruboriza al pedirle al vendedor de catalinas de la autopista una cuca fresquita.
Pero estoy en España, así que tengo carte blanche de decirlo a discreción, sin miedo a ser juzgado. Siento el poder infinito que sentía He-Man cuando alzaba la
Soy incontenible. Soy un descarado, un sinvergüenza. Soy un granuja, un inmoral. Soy un vulgar y un grosero... y mi abuela me va a lavar la boca de cloaca con jabón Las Llaves cuando llegue al cielo.
Perdón. No digo más la palabra de la C.
7 comentarios:
Deberías escribir un libro llamado
'Usos, desusos y abusos de una cuca.'
Chamo, era la espada del poder. La del augurio era la de León-o.
Uff... ¡qué pelón!
Jajajajaja, disculpa mi comentario gallo (empollón) pero lo cierto es que al menos por repetición vas a posicionar el blog para la palabra de la "C" jajajajaaja :P
jajajajajaja también he quedado estupefacta al ver el significado nicaragüense!
Que curioso!! una C... de Nicaragua + una C... de Venezuela= El bebe!!!! JAJAJAA
Un besito
Fijate lo que nos pasó a nosotros con dos palabras catalanas y el francés quebecoise popular: http://losmarge.com.ar/2010/03/07/historia-de-un-cartel/
Saludos
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