- Aquí nadie te raquetea en la entrada. Yo fui con un bolso y lo que hicieron fue pesarlo con la mano y medio ver lo que había adentro. Cero metedera de mano ni halada de pantalones.
- La entrada me la revisaron una vez, con una maquinita al entrar. Después más nunca. En Caracas hay como 8 puntos de chequeo entre La Rinconada y El Poliedro para desviarte entre V.I.P, Preferencial 1, Preferencial 2, Grada o General. Lo que me lleva al punto siguiente:
- No hay olla. Los puestos son numerados.
- Nadie vende pinchos, ni parrilla, ni chucherías, ni el combo pirata de CDs, ni la bandana con letras hechas con pega y escarcha amarilla (que por lo general tiene borrado un "Olga Tañón Tour 2002"), ni hay puestos para hacer llamadas telefónicas... pero los buhoneros (latinos, por cierto) sí te venden la foto pirata del artista al salir.
- La gente no lanza botellas de agua al escenario... ni sostenes.
Digo, ¿quién coño disfruta un concierto con tantas comodidades?
1 comentarios:
"¿Quien coño disfruta un concierto con tantas comodidades??"... totalmente de acuerdo... la empujadera es lo máximo... como cuando Jhonny casi se cae en el de Incubus y The Rasmus...
Es que parte del encanto es que te salpiquen de algun líquido, que se limpien el sudor contigo, que te quede una suela lindamente tatuada en la cara, que casi no te dejen tocar el suelo, que si el de atrás brinca no te deje otro remedio que brincar también para evitar los codazos y pisotones... eso es un concierto... Una cuestión de disfrute sin importar las condiciones adversas....
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