¡Y llegó la primavera!
Tal y como dice la gaita pues. Mi primer invierno ha terminado finalmente con un saldo de tres heridas por resequedad en las manos, una caída, dos tormentas, dos abrigos en el fondo del closet y kilos y kilos de nieve y raspado de tamarindo en su haber.
Ahora comenzó la primavera. Primer hecho desmitificado es que la primavera es completamente soleada. Yo pensaba que era así para que a los árboles les salieran hojas y las flores nacieran de nuevo, pero no. Es una llovedera, alternada de algunos días soleados. Igual creo que no me importa. No hay nada como el calor (es decir, cualquier temperatura sobre los cero grados centígrados). Aunque debo confesar que ya me parecía completamente normal ponerme el poco de capas de ropa y salir como un bojotico de estambre a la calle. Es interesante cómo uno se acostumbra rápido a las cosas. Supongo que es la ventaja de ser venezolano (como cuando era excesivamente normal hacer una cola de una hora mínimo para echar gasolina ¿se acuerdan?).
Así que el viernes estábamos con un día soleado, a 14 grados y la ciudad era otra. Había mucha gente en la calle caminando así que me animé y caminé. Y caminando tranquilo, disfrutando el atardecer llegué hasta mi casa. Yo pensé que me había caminado como 10 kilómetros y cuando llegué y busqué en MapQuest descubrí que caminé sólo 4 kilómetros. ¡Un coño! Considerando que yo marchaba desde Terrazas del Club Hípico a pleno mediodía, bajo una pepa de sol a 40 grados calcinantes. Y ni hablar de la gente que marchaba desde San Antonio (la panamericana tiene 14 kilómetros en montaña).
Y yo que estaba tan orgulloso.
En fin, que ahora sí es verdad que se acabaron los post con nieve para alegría de los detractores del monotema. Prepárense para la lluvia, cambio abrigo por poncho.
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